La masacre de niños inocentes.
Sucesos
como estos se han repetido lamentablemente muchas veces en la historia, leyendo
el nuevo testamento me encuentro con la matanza de los niños por ordenes de Herodes,
o lo que se conoce por la tradición; la matanza de los niños inocentes. Herodes
era capaz de esto, en su momento mato a dos cuñados, a su esposa Marianne, y a
dos de sus propios hijos, cinco días antes de su muerte, decreto el arresto de
muchos ciudadanos y mando que fueran ejecutados el día de su muerte, a fin de
crear en el país un luto nacional. El joven asesino a su abuela antes de la
masacre. Ambos hechos son terribles, el
hagiógrafo de mateo describe la matanza como algo brutal y desmedido cometido
por un hombre con ansias de poder, por un sistema gubernamental de terror
acostumbrado a resolver sus problemas a través de la masacre.
Podemos
además especular sobre los problemas mentales, emocionales o psicoanalíticos
del joven o de Herodes y proponer fórmulas mágicas para el comportamiento
humano, pero la realidad es que el problema está en el corazón no regenerado de
las personas. “El problema esta en el corazón” Como padre no deseo ni imaginar
por un segundo el dolor de las familias afectadas, tanto en el tiempo de
Herodes ni en este tiempo. Hoy vemos con horror el deseo de alguien de matar a
otra persona solo por gusto, sin embrago se aprueban leyes que autorizan la
matanza de niños en el vientre de la misma madre. Es la misma situación solo
que una se hace en privado y la otra es de carácter público. Ningún niño debe
morir en manos de un tirano, ni de un asesino, ni de un sistema gubernamental
que apruebe el aborto. Un corazón no regenerado es capaz de asesinar vilmente a
nuestros niños en sus escuelas, en toda una nación y en el vientre de una
madre.
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