dioses esculpidos por el pensamiento humano. II

En una primera entrega de este tema o tópico los dioses esculpidos por el pensamiento humano hablamos desde un contexto político- religioso, ya que los gobernantes dictatoriales necesitan tener un mesías para unificar a su pueblo oprimido, necesitan dar esperanzas en sus dioses o en sus propios héroes. Un claro ejemplo de esto lo vemos en el culto al malandro Ismael (divinizado por la cultura popular como un mesías). En sus tiempos robaba a quienes tenían para ayudar a los pobres de su comunidad, el símbolo de la corte Calé es un halcón en una moto. Esta corte es conformada también por Ratón, isabelita, Luis, miguelito y otros viejos malandros que en vida estuvieron ubicados en los barrios populares de Caracas. Quienes creen en ellos sostienen que vienen a hacer el bien para reivindicarse y lograr un lugar en el cielo.

Este “santo” no tan santo, fue un malandro caraqueño oriundo del barrio Lídice de Caracas, y murió apuñalado en una pelea en la parroquia 23 de enero. Ismael, cuyo verdadero nombre era Juan Francisco Carrillo, en los 70 era visto como una especie de Robin Hood, que robaba en los bancos de los ricos, para darle dinero y comida a los pobres. Cuenta la leyenda que murió protegiendo a su barrio, y por eso ahora miles de personas buscan su protección, sobre todo, aquellos quienes hacen de sus armas su norma de vida. Es visto como una de las máximas figuras protectoras. Muñecos de él se encuentran en los negocios, y cual Virgen María, la gente le prende velas y recita oraciones “En nombre del ladre, el tiro y el espíritu landro, Amén”.

En los imperios antiguos la renovación de los cultos y ritos era necesaria para la unificación de los mismos y mantener calmada a las poblaciones, es por ello el caso del imperio Romano y su politeísmo; donde el imperio tomaba para sí parte de la cultura religiosa de los pueblos oprimidos y tenerle un culto a la carta. Los emperadores y dictadores modernos saben que la unidad religiosa ayuda a la unidad política. La Religión es una gran fuerza social por ello la dinastía Kim basa su nuevo sistema religioso en la figura de su familia.

La sociedad posmoderna esta esclavizada por sus propios dioses mentales, las ideas y pensamientos son sus gobernantes.

     “La batalla más importante no es fuera es dentro de nosotros”

Pastor Luis blanco

En Latinoamérica en las nuevas dictaduras modernas disfrazadas de igualdad social podemos ver a mandatarios que son intrínsecamente ateos, agnósticos, budistas y hasta simpatizantes del Islam y sin embargo estar en servicios religiosos antagónicos a sus creencias, donar terrenos, locales, prestar sus instalaciones para realizar cultos por el simple hecho de empatizar con los oprimidos y luchar por lograr un sincretismo religioso que los una a todos para seguir este ejerciendo el control sobre las masas. Este punto de vista no es nuevo es muy antiguo y fue el aplicado por Constantino para unificar su imperio entre paganos y cristianos que con el tiempo se habían vuelto una fuerza social importante en su imperio.

Antes de Constantino ya se había firmado un tratado de tolerancia hacia los cristianos, lo que fue una actuación más política que religiosa. A los sistemas de gobiernos dictatoriales no le interesa la diversidad de ideas, sino que impulsan la uniformidad para lograr un control absoluto. Para estos sistemas de gobiernos la norma es sacar el mayor provecho de todo.

Al igual que a muchos gobernantes en Latinoamérica no le importa el dogma y la doctrina sino la unidad de su imperio dictatorial. La famosa señal de Constantino de la Cruz fue una estrategia política y demagógica, bueno permítanme decirle que eso no ha cambiado mucho en nuestro país algunos líderes políticos han hablado de teofanías, revelaciones y antropomorfismo para al igual que Constantino tener una señal por la cual vencer… y lograr la unidad religiosa entre sus opresores.

Recientemente falleció Fidel Castro y en un video se apreciaba a un grupo de simpatizantes elevándole oraciones, canciones y adorándole en un culto personal a su dios creado o esculpido en su pensamiento. Esto tampoco es nuevo ya que los faraones y cesares se hacían llamar dioses para lograr el control político- religioso de su imperio aun después de morir. Alguien dijo que el que no conoce la historia está condenado a repetirla.

¡Oh, Gran Stalin!

Nuestro amor, nuestra fidelidad, nuestra fuerza, nuestro corazón, nuestro heroísmo, nuestra vida. Todo es tuyo, cógelos, ¡Oh, Gran Stalin! Todo te pertenece, ¡Oh, líder de la patria! Ordena a tus hijos, son capaces de desplazarse en el aire y en la tierra, en el agua y en la estratosfera. Los seres humanos de todas las épocas y de todas las naciones dirán que tu nombre es el más glorioso, el más fuerte, el más sabio, el más bello de todos.”

Niños celebrando el 30 aniversario de la revolución soviética Gaceta Roja de Leningrado (San Petersburgo), 1935

Es importante recordar la frase de Ambrosio: El emperador está en la iglesia no sobre la iglesia…

En nuestra amada Latinoamérica durante años se ha tratado de descubrir cuál es el problema más importante en nuestro continente y no han descubierto nada, ya que no se trata de la pobreza económica o las condiciones sociales o los planes capitalistas o socialistas, se trata del pensamiento latino. El hombre es desecho o hecho por su pensamiento en la armonía del pensamiento forja las armas con las que se destruye; también elabora las herramientas con las que construye para sí mansiones celestiales de felicidad fortaleza y paz.

 La mente de un hombre se compara a un jardín, que puede ser inteligentemente cultivado o ser abandonado y llenarse de hierbas; pero sea cultivado o descuidado, está destinado a producir. Si no se siembran semillas útiles, entonces semillas de hierba mala caerán, crecerán en abundancia y se reproducirán.

El evangelio nos reta a tener una mente renovada, la mente de Cristo, para así poder producir pensamientos y acciones de esperanza, de victoria, de amor, de dominio propio y poder de esta manera impactar de forma positiva a las futuras generaciones.