LA DECADENCIA MORAL DE UNA CIUDAD…

En esta ciudad existe un cerro que la engalana, con sus picos La silla y El Aguilón; el pico más alto de todos, El Naiguatá y el conocido picacho Codazzi, todos ellos, variantes de esa hermosa serranía que conforma una silueta limítrofe al norte de la ciudad. Una hermosa descripción para una hermosa ciudad, donde sus habitantes se caracterizan por ser joviales, sociables y muy alegres.
Sin embargo esta ciudad de ayer y la de hoy intenta ser transformada y no en su estructura que bastante lo necesita, sino en lo moral, y es que unos grupos minoritarios se han dado a la tarea de pedir, de hablar y de buscar que la ideología social y moral cambie. Sin pensar en el daño social, emocional, psicológico y físico que pueden lograr en la sociedad.
En tan solo una semana la ciudad ha pasado de ciclistas desnudos recorriendo sus calles a una jornada de besos públicos, por personas del mismo sexo en su casco histórico.
La ciudad ha perdido su capacidad de asombro, el ciudadano esta aletargado y despreocupado de estas cosas. ¿Porque nuestros niños son sometidos a esta clase de espectáculos? ¿Por qué nadie levanta su voz en contra de estos hechos? ¿Dónde está la iglesia que pretende tener dominio y conquistar espacios? Esta tal vez adormecida por un discurso cargado de declaraciones y decretos que le ha llevado a ordenar desde la comodidad de las cuatro paredes, mientras satanás juega en el patio de atrás.
La iglesia es columna y sostén de la verdad, una verdad que no solo puede estar en 4 paredes, una verdad que necesita ser oída y expresada en una ciudad que ha perdido el rumbo, una ciudad ciega por sus propias pasiones, una ciudad que ha olvidado que la moral y las buenas costumbres no son negociables y que la verdad es la que la hará libre.
La ciudad ha pasado de una idolatría incontrolable a una degradación moral en tan solo meses o semanas y los que decimos tener la verdad, estamos callados y asustados en nuestros tronos personales e individuales. La palabra nos pide que venzamos el mal con el bien. Pero vivimos tiempos de confusión donde la misma iglesia ha cambiado el concepto del bien y del mal, donde lo secular es mejor que lo sagrado, donde el perfume que se respira en los cultos es el humanismo y la autoayuda, donde el tener más y ser poderoso es la voluntad de Dios para tu vida mientras la ciudad se derrumba a pedazos cada día.
Es la iglesia la que determina el bienestar de la ciudad, no son los gobernantes, es la iglesia la que prevalece ante la crisis y no retrocede, es la iglesia la que avanza en medio de la tormenta y muestra el camino, es la iglesia la que guía en un mundo de ciegos, es la iglesia la que muestra el decreto de Dios no el de los hombres, es la iglesia de carácter, no la sumisa a la voluntad de la maldad.
No puedo olvidar las palabras del apóstol Pablo a Timoteo; Y en verdad todos los que quieran vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos. (1ra de Timoteo 3:12).
Pastor Luis Blanco
Magister en teología Bíblica
Universidad Rhema

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