1RA DE TIMOTEO 1:
1- 11
EL PROPÓSITO DE UNA BUENA INSTRUCCIÓN ES EL AMOR NACIDO DE UN CORAZÓN PURO, DE UNA BUENA CONCIENCIA Y
DE UNA FE SINCERA
( 1RA TIMOTEO 1:5)
QUE
ES LA CONCIENCIA: SUNEIDESIS: conociendo con, o con- conocimiento, aquella
faculta con la cual llegamos a conocer
la voluntad de Dios. Aquel pensamiento que distingue lo que es moralmente bueno
o malo, puede ser que una conciencia no sea lo suficientemente fuerte para
distinguir entre lo legitimo e ilegitimo.
EL MINISTRO PARA ENSEÑAR A
OTROS DEBE TENER UNA BUENA CONCIENCIA
1.
Se
tiene una buena conciencia para no caer en falsas doctrinas o en nuevas
corrientes religiosas (1 Timoteo 1:3).
2.
Debe
de tener claro el mensaje del Reino de Dios y saber desechar las discusiones
inútiles (1tim. 1:4).
3.
La
buena instrucción nace de un corazón puro, de una buena conciencia, y de una fe
sincera…
Un corazón puro:
Dios
está buscando gente que sea pura de corazón (vea Mateo 5:8). Una persona que
tiene un corazón puro, que está dispuesta a servir a Dios sin reservas, es
verdaderamente poderosa. En el Salmo 51:6-10, David dice que tener un corazón
puro significa tener verdad en nuestro "ser interior", que es quien
realmente somos en lo profundo de nuestro corazón. Tener un corazón puro
comienza con prestar atención a nuestros pensamientos, porque de nuestros
pensamientos vienen nuestras palabras, nuestras emociones, nuestras actitudes y
nuestros motivos. Me llevó un largo tiempo comprender que Dios no bendice las
acciones que se hacen por motivos erróneos o con un corazón impuro. La pureza de
corazón no es un rasgo natural; en la mayoría de nosotros, es algo para lo cual
debemos trabajar.
1 Tesalonicenses
4:3 nos enseña a desear la pureza de corazón y perseguirla, porque es lo que
Dios desea. Éste es un desafío que cada creyente debe querer aceptar, pero que
no podemos afrontar solos.
Dios
nos ha creado para ser dependientes de Él, para traerle a Él los desafíos que
enfrentamos y pedirle que nos ayude con ellos. Sólo Él conoce lo que hay en
nuestro corazón, y es un experto en quitar de nosotros las cosas sin valor para
dejar las que son valiosas.
Hay
un precio que pagar para tener un corazón puro, pero también hay una
recompensa. No debemos tener miedo de asumir la responsabilidad de permitir que
Dios haga una profunda obra de purificación en nosotros. No siempre nos
sentiremos cómodos con la verdad que Él nos muestre, pero si hacemos nuestra
parte -afrontándola, aceptándola y dejándonos cambiar- Dios asegura que seremos
bendecidos.
Una buena conciencia:
Es
aquella que posee la facultad necesaria para determinar lo bueno y lo malo, lo
puro y lo impuro, lo legitimo y lo ilegitimo, es aquella que conoce la voluntad
de Dios a través de su palabra, que
renueva su forma de pensar como lo afirma el Apóstol Pablo en Romanos 12:1-2,
Renovaos nuestro entendimiento.
Una
buena conciencia está en paz con los hombres, no procura solo su propio bien,
sino que lucha por el bienestar de todos, hay que pedir que Dios examine
nuestros pensamientos aun aquellos que nos son ocultos y limpie nuestra
conciencia. (Salmo 139: 23-24).
Una fe sincera: siempre he pensado en esto; si existe una
fe verdadera o sincera, también hay una fe fingida.
Comenzaremos
por decir lo que no es fe:
o
Se
evidencia en la manera de relacionarnos con Dios. Todavía vemos a Dios lejano,
tenemos temor de él, no podemos decirle ‘Padre’. Podemos creer en él, y aun
defender su existencia en las discusiones con los ateos o agnósticos, pero no
podemos decir que somos ‘hijos’ de Dios, y que él es nuestro Padre.
o
El que
tiene una fe fingida habla de Dios, pero no de Jesucristo. Muchos hablan de
Dios, en sentido general, pero no de Jesucristo como Dios encarnado. El Señor
dijo: «Nadie viene el Padre sino por mí», «Yo soy el camino».
o
Se
basa en la herencia, no en la conversión. La fe fingida es una herencia
cultural, es la religión de los padres, no una experiencia individual.
o
Es
mental, no espiritual. La fe fingida es mental. Y si es mental está en el plano
del alma, es cambiante, insegura. Sólo lo que es espiritual tiene firmeza.
o
Es
proclive a las disputas doctrinales y a la palabrería. (1ª Tim. 1:3-7). La fe
fingida es tan débil que necesita reafirmarse ante sí misma. Y entonces pelea y
discute, normalmente acerca de cuestiones externas, de la ley, de los
mandamientos, de las doctrinas. Nada de esto es esencial en la carrera
cristiana. Un creyente con una fe verdadera no necesita demostrar nada para
creer, porque su fe le ha sido dada de arriba y está más allá de las opiniones
humanas. Aunque todos se levanten con argumentos, su fe no será conmovida,
porque conoce de verdad a Dios.
o
No
produce ningún cambio real en la manera de vivir. La fe fingida hace promesas,
intentos, pero no produce ningún cambio de vida real. Como no hay nuevo
nacimiento, se trata del mismo hombre viejo que trata de enmendarse. El
creyente genuino, en cambio, puede comprobar en sí mismo una nueva manera de
ver la vida, de ver el mundo. Se da cuenta que el mundo está caminando en el
sentido equivocado, y él sabe que no pertenece al mundo. Su manera de pensar ha
experimentado un vuelco radical.
Como
vemos, la fe fingida está muy por debajo de la fe genuina. Pueden parecer, si
las miramos superficialmente, pero tienen un origen diferente, y producen
frutos muy distintos.
En
este caso Timoteo debía de demostrar con hechos y con palabras la fe genuina
que proviene de Dios, la cual es depositada en nuestro corazón y no en nuestra
mente, nuestra fe como ministros de Dios va a ser probada aún más que el oro
fino, es por ello que debemos de tener una fe genuina y no fingida.
Estos
tres elementos dice el apóstol Pablo a Timoteo que son claves para revertir la
falsas doctrinas e instruir al pueblo en la enseñanza o instrucción correcta.
Pablo nos alerta al igual que a Timoteo a no desviarnos de estas cosas ya que
nuestra enseñanza se convertiría en una
vana palabrería.
Convirtiéndonos
así en supuestos maestros de la palabra, sin entenderla, sin saber lo que
decimos pero dando afirmaciones categóricas de la misma. Esto me hace recordar
una página en Internet a favor de los cristianos gay en mi país, donde se hacen
afirmaciones en estudios colocados allí sobre la palabra de Dios, sin que muchos
de ellos entiendan lo que enseñan y mucho menos conozcan de estos tres
elementos esenciales para una buena instrucción: un corazón puro, una buena
conciencia, y una fe verdadera.
Comentarios
Publicar un comentario